En lo profundo de los Andes amazónicos, donde los bosques nublados entretejen misterios con la historia, se erige el Gran Pajatén, un complejo arqueológico que desafía el paso del tiempo. Ubicado en el Parque Nacional del Río Abiseo, en el departamento de San Martín, este sitio representa uno de los legados más intrigantes de la cultura Chachapoyas.
A 2850 metros sobre el nivel del mar, el Gran Pajatén no sólo destaca por su arquitectura, sino también por el velo de secretos que aún envuelve su origen, función y abandono. Este enclave, inalcanzable para el turismo masivo, sigue siendo un testimonio vivo de la creatividad y resiliencia de los antiguos peruanos.
Historia del descubrimiento
El hallazgo del Gran Pajatén en 1963 fue tan accidental como extraordinario. Un grupo de pobladores de la provincia de Pataz, a más de 300 kilómetros de la ciudad de Trujillo, descubrió las estructuras cubiertas por la densa vegetación. Este evento atrajo la atención de arqueólogos, entre ellos Federico Kauffmann Doig, una de las figuras más destacadas en el estudio de la cultura Chachapoyas.
Las primeras expediciones oficiales al sitio, llevadas a cabo en la década de 1960, revelaron su valor histórico y artístico. Sin embargo, también evidenciaron la fragilidad de sus estructuras. El arduo trabajo para desenterrar los edificios dejó expuestas las ruinas a los elementos, acelerando su deterioro. Sin emgargo, a pesar de tales retos, las investigaciones posteriores permitieron identificar características únicas del Gran Pajatén, posicionándolo como un referente cultural en los Andes amazónicos.
Arquitectura y diseño del Gran Pajatén
El Gran Pajatén es una obra maestra de la arquitectura precolombina. Consta de al menos 26 estructuras circulares construidas sobre terrazas y plataformas conectadas por caminos serpenteantes. Los edificios, elaborados con piedra local, están decorados con mosaicos que representan figuras geométricas, aves y formas humanas.
Uno de los elementos más emblemáticos son las figuras antropomorfas con brazos y piernas flexionados, talladas directamente en la mampostería. Estas imágenes parecen evocar danzas rituales, lo que evidencia al propósito ritual del sitio. Asimismo, los diseños en zigzag y las grecas que adornan los muros superiores reflejan una habilidad artística excepcional, propia de la cultura Chachapoyas, y un profundo entendimiento del simbolismo andino.
Además de su función ritual, se teoriza que el Gran Pajatén también pudo haber servido como una residendcia para las élites locales. Las evidencias arqueológicas sugieren que los habitantes del sitio no sólo construyeron edificios impresionantes, sino que también desarrollaron sistemas agrícolas avanzados para sostener a su población.
Relación con la cultura Chachapoyas
El Gran Pajatén es un testimonio del genio de los Chachapoyas, una cultura que floreció entre los años 800 y 1500 d.C. en la ceja de selva peruana. Conocidos como “los guerreros de las nubes,” los Chachapoyas desarrollaron un estilo arquitectónico único, marcado por edificios circulares, murales decorativos y un uso sofisticado del entorno natural.
En ese sentido, este complejo arqueológico comparte similitudes con otras construcciones chachapoyas, como la fortaleza de Kuélap, pero su ubicación y diseño lo hacen único. Mientras que Kuélap se alza como una ciudadela monumental, el Gran Pajatén destaca por la minuciosidad de sus decoraciones y su aparente conexión con prácticas ceremoniales específicas.
Reconocimientos internacionales y conservación
El Gran Pajatén, junto con el Parque Nacional del Río Abiseo, ha sido reconocido por su valor excepcional tanto cultura como natural. En 1990, la UNESCO declaró esta zona como Patrimonio Natural de la Humanidad, y en 1992 le otorgó la categoría de Patrimonio Cultural, siendo una de las pocas áreas en el mundo que cuentan con este doble reconocimiento. Además, en 2014, fue incluido en la lista World Watch, galardón que subraya su condición de sitio en riesgo y la necesidad urgente de acciones de conservación
A pesar de estos reconocimientos, la conservación del Gran Pajatén enfrenta serios desafíos. Las primeras excavaciones, aunque reveladoras, dejaron al descubierto las estructuras, exponiéndolas a las inclemencias del clima y a microorganismos que han acelerado su deterior. Por otro lado, la densa vegetación que cubría y protegía las ruinas ahora representa un riesgo constante, ya que su retirada podría desestabilizar los delicados muros.
La situación se complica aúm más por su difícil acceso. Actualmente, sólo se puede llegar al Gran Pajatén a través de rutas extensas y exigentes que parten desde la provincia de Pataz, en el departamento de La Libertad. Este aislamiento, aunque ha protegido al sitio de un turismo masivo y potencialmente dañino, también ha limitado los esfuerzos de restauración y estudio.
Un símbolo de los Chachapoyas en la actualidad
El Gran Pajatén no sólo es un testimonio del genio arquitectónico de los Chachapoyas, sino también un símbolo vivo de la riqueza cultural del Perú. Esta cultura, conocida por sus construcciones circulares y su habilidad para adaptarse a entornos desafiantes, dejó una huella única en los Andes amazónicos. Sin embargo, el Gran Pajatén se diferencia de otras obras chachapoyas, como Kuélap, por su ubicación estratégica en la ceja de selva, lo que sugiere una interacción profunda con el entorno natural.
La relación de los Chachapoyas con los Incas también se refleja en este sitio. Algunos estudios sugieren que, tras la expansión del Tahuantinsuyo, el Gran Pajatén pudo haber sido utilizado como un punto de control o integración cultural, mostrando una posible fusión de tradiciones arquitectónicas y ceremoniales. Este intercambio de conocimientos refuerza la idea de que el Perú prehispánico era una red compleja de culturas interconectadas.
Esfuerzos de puesta en valor y ecoturismo sostenible
En los últimos años, el Gran Pajatén ha sido objeto de proyectos que buscan equilibrar la conservación con el desarrollo turístico. Al respecto, el Gobierno regional de San Martín, en colaboración con el Ministerio de Cultura, ha impulsado iniciativas para proteger el sitio y promoverlo como un destino emblemático del ecoturismo. Estas acciones incluyen el saneamiento legal del terreno y la elaboración de planes para mejorar la infraestructura sin comprometer la integridad del sitio.
Sin embargo, el ecoturismo en el Gran Pajatén debe enfrentarse a un delicado dilema: ¿cómo abrir este tesoro arqueológico al mundo sin que ello ponga en peligro su conservación? Los expertos han destacado la necesidad de un enfoque gradual y sostenible, que permita generar ingresos para la preservación mientras se minimiza el impacto ambiental. Esto incluye el desarrollo de rutas controladas y la capacitación de guías locales, promoviendo así un turismo responsable que beneficie a las comunidades cercanas.
El Gran Pajatén en el imaginario popular
A lo largo de los años, el Gran Pajatén ha capturado la imaginación de exploradores, arqueólogos y amantes de la historia. Su apodo como El Dorado del Antisuyo evoca el mito de una ciudad perdida llena de riquezas, escondida en las profundidades de la selva peruana. Aunque no hay evidencia de que el Gran Pajatén haya albergado oro, su simbolismo y su conexión con el entorno natural lo convierten en un tesoro incalculable.
En 2011, el Banco Central de Reserva del Perú lanzó una moneda de un sol alusiva al Gran Pajatén como parte de la serie Riqueza y Orgullo del Perú. Este gesto no solo rinde homenaje a la cultura Chachapoyas, sino que también busca posicionar al Gran Pajatén como un ícono de identidad nacional.
Gran Pajatén: Un legado que espera ser contado
El Gran Pajatén representa un vínculo entre el pasado y el presente, un recordatorio de la creatividad y resiliencia de las civilizaciones que habitaron los Andes amazónicos. No obstante, su fragilidad debería llamarnos a actuar con responsabilidad, protegiendo este importante legado para las generaciones futuras mientras se exploran nuevas formas de integrarlo al turismo sostenible.
Si bien acceder al Gran Pajatén sigue siendo un desafío, existen otros destinos arqueológicos y naturales en el Perú que ofrecen experiencias igualmente fascinantes. Explorar otros vestigios históricos de los Chachapoyas, como la fortaleza de Kuélap, u obras incas de gran magnitud, como las ruinas de Choquequirao o el majestuoso Machu Picchu, te permitirán conocer la herencia de culturas que dejaron una huella imborrable en el Perú.
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