Los incas han dejado su huella en nuestro país y el puente Q’eswachaka es el legado vivo de las antiguas tradiciones que siguen arraigadas en nuestro pueblo. Para los que no lo saben, el Camino Inca se extendía por más de 30.000 km y parte de él pasaba por las zonas más escarpadas de los Andes, y para superar esta limitación, los incas idearon una serie de puentes tejidos a mano.
El Q’eswachaka es el último puente inca tejido a mano que se conserva y está situado sobre el río Apurímac, en el distrito de Quehue. Este antiguo puente es renovado cada año en junio por las comunidades circundantes de esa región de los Andes.
El puente tejido a mano constituye una tradición de casi 600 años transmitida por generaciones desde la época de los incas, el cual permite a los lugareños volver a conectar con sus antepasados y, sobre todo, con su pueblo.
En la actualidad, el puente Q’eswachaka es una atracción ineludible en Cuzco y se ha hecho aún más popular con el paso de los años, reuniendo a cientos de visitantes durante su renovación y celebración cada año.
Asimismo, este famoso puente inca fue declarado Patrimonio Cultural Inmaterial de la UNESCO en 2013, debido a la vívida escena cultural que comprende y reúne cada segunda semana de junio. ¡Aquí te contamos todo sobre él!
Sobre el Puente Q’eswachaka
El Qhapaq Ñan fue el camino precolombino más grande del continente, que conectaba unos 6 países de Sudamérica en una red de caminos que pretendía unir todo el imperio del Tahuantinsuyo. Hubo varios puentes tejidos a mano a lo largo del camino y, aunque casi todos se deterioraron, Q’eswachaka fue el último que quedó en pie.
Según los cronistas, los puentes incaicos eran una baza importante para la conexión de diferentes caminos accidentados dentro de la cordillera de los Andes. Estos puentes colgantes permitían el paso de soldados, mensajeros y funcionarios a través de empinados cañones y desfiladeros.
Estos puentes se mantenían todos los años y era una obligación social para las comunidades circundantes según las leyes incas. Tras la caída del Imperio Inca, los puentes sobrevivieron durante siglos y continuaron sirviendo como enlaces vitales en el sistema vial andino hasta el siglo XX.
En la actualidad, el puente de Q’eswachaka ofrece mucho más que un paso sobre el río Apurímac, ya que permite a las comunidades de Chaupibanda, Choccayhua, Huinchiri y Ccollana Quehue vincularse y continuar con una hermosa tradición que los une social y espiritualmente.
Ritual de Renovación del Puente Q’eswachaka
Desde hace muchos años, las comunidades andinas ubicadas en los alrededores de este antiguo puente contribuyen con su mantenimiento. El ritual de renovación se realiza cada año, en el primer domingo de junio y tiene una duración de unos 4 días.
Sin embargo, este proceso comienza días antes, donde parte de la comunidad se reúne para recolectar la q’oya, una fuerte fibra vegetal utilizada como material principal del puente. Una vez que tienen suficiente, la dejan secar durante unos días para después machacarla y dejarla en remojo para que se endurezca.
Después, cada familia procede a elaborar una qheswa, que es básicamente una cuerda hecha con la fibra q’oya ichu. Las mujeres se encargan de trenzar esta cuerda de 29 metros de largo durante el primer día del ritual.
Día 1 | Ritual Apu Quinsallallawi – Trenzado de Q’iswas
Como se sabe, la religión andina honra a los elementos, a las montañas y a la propia Tierra, siendo esta última una de las principales deidades de su cultura. Para iniciar el proceso de renovación del puente, los lugareños se reúnen al amanecer para presentar sus respetos y pedir permiso al Apu Quinsallallawi.
El ritual está dirigido por un “Paqo”, un sacerdote andino que actúa como intermediario entre la comunidad y los Apus. Se hacen ofrendas a estas poderosas deidades justo antes de comenzar con las actividades, de esta manera se asegura la protección del Apu durante todo el proceso hasta que el puente tenga que ser renovado de nuevo.
Después, cada familia debe contribuir con una qhiswa, de esta manera todos se involucran desde el principio del ritual de renovación. Una vez recogidas todas las q’iswas, las depositan en una carretera cercana para después trenzarlas juntas formando unas cuerdas más gruesas y resistentes llamadas “Q’eswasca”. Al final del día, las q’eswasca se llevan al borde del puente y se dejan allí hasta el día siguiente.
Día 2 | Ofrendas a la Pachamama – Remoción del Puente Viejo
Antes de comenzar con las actividades, los lugareños se reúnen para realizar otro ritual, honrando a la Madre Tierra esta vez, después, continuarán con el trabajo de reconstrucción. Este día, colocarán 4 cuerdas o q’eswascas que servirán de base, estas serán atadas en cada extremo del puente.
Una vez colocada la base, procederán a atar las q’iswas que funcionarán como barandas. Todo el proceso será supervisado por un ingeniero andino llamado Chakaruwaq, que se encarga de dirigir la construcción y se asegura de que todo se está colocando correctamente.
Las comunidades trabajan juntas para tirar de las cuerdas y estirarlas. Para terminar, sacarán los clavos de piedra que sujetan el viejo puente y procederán a derribarlo, dejándolo caer al río.
Día 3 | Toques Finales
Después de todo el duro trabajo del día anterior, ahora es el momento de mejorar la estabilidad del puente. En el tercer día, el ingeniero andino organiza al equipo en dos grupos que comenzarán a tejer a mano los lados del puente, uniendo las barandas y la base.
Como este proceso puede llevar muchas horas, otro grupo se encarga de reunir los materiales para construir la “alfombra” que cubrirá la base del puente. Este elemento está compuesto por hojas, ramas, q’iswas y otro material llamado ‘Callapo’ que servirá para dar más estabilidad a la estructura.
Al finalizar la construcción, las autoridades locales cruzarán el puente de 29 metros para asegurarse de que está perfectamente hecho. De esta manera, habrán terminado la renovación del último puente Inca tejido a mano.
Día 4 | Celebración
En caso de que haya que hacer algunos retoques finales, lo harán al principio del día. Una vez que todo está hecho, todas las comunidades se reúnen para celebrar el final del ritual de renovación.
La fiesta comienza en cuanto terminan de construir el puente con bailes típicos, comida y alcohol. Una celebración que dura todo el día, en honor a sus antepasados y a las tradiciones que los unen.
Como puedes ver, el Q’eswachaka no es un puente común, ya que no sólo conecta la tierra, sino a las personas que viven cerca de ella. Si quieres visitar esta atracción, asegúrate de contactar con nuestro equipo de ventas.
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